1.8.21

efecto injerto

Mi terapeuta dice que a los 28 años hay una de las crisis vitales más importantes. Recuerdo cuando hace unos meses durante la sesión me preguntó mi edad y, al decírsela, sonrió.


Yo soy bastante dramas (él lo llama melancolía) y muchas veces me esfuerzo en pensar que sólo es uno más de esos momentos. Sin más. Sin embargo, estaría mintiendo si no dijese que noto algo muriendo dentro de mí.

No es agradable.

Sobre todo porque, a veces, lo que siento es que me estoy agarrando fuerte al cadáver. ¿Lo visualizas? Se ve feo. Seguro que ahora estás intentando quitar esa imagen de tu cabeza. Alguien agarrando fuerte un cuerpo inerte, frío y pudriéndose. Imagínate esa imagen siendo tú mismx.


Él me dice que tengo que soltar y yo asiento. Tengo que soltar, confiar en la ingravidez. Es la única manera de volar, me dice. Vuelvo a asentir, porque le creo. 

Estoy cagada.

¿Qué c*** tengo que soltar? 

Estoy cagada, porque me conozco. Soy capaz de empezar a soltar, sin ton ni son. Lo que me da miedo es desprenderme de todo.


Él me dice que ahora me será difícil hacerlo de otro modo. Que es el momento del choque de contrarios. Que es difícil, con mi edad, suavizar las subidas y las bajadas. Del acelerón al frenazo continuo. 

Y yo siento dentro un fuerte deseo de acelerar, ya llevo encima demasiados frenazos.