11.12.12

mandarinas


Mi piel caliente te encendió al instante. Empecé en tus labios, seguí por el lóbulo de tu oreja. Con agilidad te perdiste entre mis pechos y yo hice lo mismo entre los tuyos. Mi lengua y tu lengua. Tanta humedad; empañamos los cristales de la pequeña habitación. Bajo esa tenue luz nuestra piel radiaba. Mis manos y tus manos, que dejaron de ser manos mientras nos atravesábamos. Tus piernas y mis piernas, suaves y fuertemente entrelazadas. El carmín rojo por todo el cuerpo. Me giraste y surcaste mi espalda. Desnudas bailábamos al mismo son. En realidad "tú eres capaz de hacer que me corra sin quitarme el pantalón". Mi pelo rozaba tu piel y nos erizamos juntas. Me encantó que tiraras de él. Nos mirábamos cada tanto a los ojos, esto no era solo algo físico. Llegamos al éxtasis varias veces pero lo mejor aún estaba por llegar. Eramos capaces de hacerlo sin tocarnos y tú sabías perfectamente cómo. Cogiste la guitarra, seguíamos desnudas en la cama de sábanas blancas, y me tocaste. Tu voz entraba por mis oídos, haciéndolos explotar; eso es una verdadera penetración. El mejor orgasmo de mi vida.



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