Quien debería callar, no deja de cotorrear.
Por todos lados, aquí y allí, difundiendo sus burdas opiniones, sus cavérnicas creencias, sus actitudes, estereotipos, prejuicios y otras mamarracherías.
Y así, de forma pasiva, dejando que hablen sólo quien debería callar, creamos todos este mundo de mierda.
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