No tengo aire, joder. Estoy respirando en una bolsa de papel
en la que ya sólo queda dióxido de carbono. Quiero dejar mi cerebro sin
oxígeno, a ver si de una vez para. Se detiene. Se apaga. Turn off. Basta ya, joder.
Basta, ¿no ves el daño? ¿no ves la herida? ¿no ves la
grieta? ¿no ves los boquetes que vas dejando? ¿estás ciega?
Que no hay tila ni droga que te calme esto. No hay refuerzo
positivo que te vaya a hacer olvidar. No hay extinción que te vaya a curar. Que
eres tú la que funciona mal. Que eres tú la que te estás jodiendo.
Que no es culpa de nadie. Que son tus expectativas las que
ponen una pistola en tu cabeza. Que eres tú la que aprietas el gatillo en la
sien cuando no ocurre lo que deseas. Que eres tú. Joder. Que eres tú. Eres tu
propia mierda. Tu puta enemiga. La zorra que te quema. La villana de tu vida.
La grandísima hija de puta que te ahoga. La que tiene guardada bajo la manga la
soga que continuamente rodea tu cuello. Que tú misma te la pones ahí, con
cariño. Tú misma te cuelgas del techo. Tú misma te pones al filo del
precipicio. Que nadie te empuja. Que tú saltas. Idiota. Imbécil. Maldita
gilipollas.
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